¿Cómo gestionar el duelo?

A nivel emocional, es fundamental realizar una serie de tareas que ayuden a minimizar las secuelas de una pérdida. Comprender en qué fase del proceso de duelo nos encontramos puede facilitarnos el entendimiento, nos ayuda a normalizarlo y permite realizar el proceso de manera activa como parte del camino hacia el reajuste emocional.

Noelia Catalán Montero

10/21/20244 min read

Duelo como proceso activo

Todas las personas, en varios momentos de nuestra vida, sufrimos un duelo por una pérdida. Es un sentimiento universal y que está integrado en cualquier sociedad del mundo cómo un proceso necesario y puede coexistir, o no, con creencias religiosas.

Según la tesis de George Engel, la pérdida de un ser querido es psicológicamente tan traumática como quemarse gravemente en el plano fisiológico.

El duelo nos desvía de la sensación de bienestar, provocando un estado de desequilibrio en la propia salud. Pero a la vez cumple una función, en concreto, es el mecanismo que tenemos para restablecer el equilibrio perdido.

El duelo tiene un significado, nos indica que hubo amor. No se puede querer a alguien o a algo y pretender que no nos duela su pérdida. Quizás, es el precio que pagamos por amar o disfrutar tanto.

En este artículo entenderemos el duelo como un proceso, y no como un estado estático. Pero este proceso no es lineal y especifico. Podría realizarse de manera pasiva, es decir, “dejar que el tiempo lo cure todo”, típica frase que en ocasiones escuchamos. Pero lo cierto, es que si dejamos que un daño tan grave se cure de manera pasiva, es muy posible que nos deje secuelas profundas y duraderas. Por poner un ejemplo, si sufrimos una fractura de cadera en el plano físico ¿dejaríamos que el tiempo lo cure? La respuesta sería no, tendríamos que hacer una serie de ejercicios para restablecer la movilidad para volver a la funcionalidad y evitar o minimizar las secuelas.

Por tanto, a nivel emocional, también se pueden realizar una serie de tareas para minimizar las secuelas de una pérdida. Conocer en qué punto nos encontramos del proceso nos puede ayudar a entenderlo, además de comenzar a normalizarlo como parte del camino para el reajuste emocional. Estas fases se podrían definir de la siguiente manera:

  • Shock y aturdimiento: Por un periodo de tiempo, no se llega a ser consciente de la realidad de la pérdida. Puede haber sensación de caos y no hay capacidad para procesar información. Son momentos de una intensa amalgama de sentimientos, desesperación, negación, cólera y falta de aceptación. Esto puede estar unido a llanto continuado o en otras ocasiones, a la incapacidad para emocionarse. La duración de esta fase puede ser de unos instantes o varios días y pasar por ella en varios momentos del duelo.

  • Búsqueda y anhelo: En esta fase comienzas a enfrentarte a la ausencia. Es un periodo de intensa añoranza en la que se puede entender que el ser querido no está, pero aun así mezclarse con la ilusión de volver a verla. Frases como “creo que va a volver a llamar” o “me lo voy a encontrar en su habitación” son habituales. Esta sensación de ilusión se mezclara con la realidad, y los momentos de toma de conciencia serán muy dolorosos. Esto puede durar varios meses incluso años pero la intensidad irá cambiando.

  • Desorientación y desorganización: La toma de conciencia va aumentando y la sensación de que no vamos a recuperar a nuestro familiar se impone. Por tanto, aparece la desmotivación y desarraigo, se desconfía de la propia capacidad para organizar una vida nueva y se reviven los recuerdos con mucha frecuencia. Es posiblemente, la fase del proceso más larga.

  • Reorganización: Poco a poco se va construyendo un nuevo sentido de identidad y se produce un cambio mental (por ejemplo, soy viuda, huérfana, divorciada…) aparece como una nueva redefinición de una misma. Al mismo tiempo, los recuerdos se combinan de una manera más amable, se interioriza la pérdida y se permite ir incorporándose a una vida que va a ser diferente. Para llegar a esta sensación hemos debido de transitar por las anteriores de alguna manera, y sobre todo, haber asimilado la pérdida.

Estas fases del proceso de duelo no son lineales, en muchas ocasiones se solapan y se salta de una a otra, las mal llamadas “recaídas” son parte de los procesos de duelo. Pasar de una fase a otra y sentir que volvemos hacía atrás forma parte, hablamos más de un proceso cíclico con límites difusos entre sus fases.

Pero como comentábamos más arriba, este proceso puede realizarse de una manera activa. Desde esta perspectiva, en psicoterapia se puede realizar tareas encaminadas a reestablecer el equilibrio y transitar por el duelo. Las tareas no tienen que seguir un orden específico, pero sí van a requerir de un esfuerzo.

Una de las principales tareas es aceptar la pérdida, casi siempre se consigue primero la aceptación racional y con algo más de tiempo llega la emocional. Otra tarea a realizar es trabajar sobres las emociones y transitar por el dolor que supone la pérdida. Observar si el dolor nos está llevando a conductas disfuncionales, como puede ser evitar recuerdos o consumir sustancias para no sentir. La adaptación a una nueva realidad sería otra tarea a realizar. Es posible que se hayan cambiado ciertos roles que se desempeñaba con anterioridad, por ejemplo, si antes éramos un matrimonio, ahora soy una persona viuda. Este tipo de cambio de roles requieren de reajuste personal de una misma para dar sentido a esta nueva vida. Y por último, continuar viviendo integrando la pérdida, aunque nunca se llega a olvidar, si se puede encontrar un espacio de convivencia entre el recuerdo y las nuevas relaciones.

Si estás pasando por un proceso de duelo, se puede abordar desde una perspectiva activa dentro de la psicoterapia, pero sobre todo normalizarlo como algo necesario ante la pérdida. En esta línea me gustaría finalizar con una reflexión de Doug Manning:

El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado, comer cuando tienes hambre, estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en que la naturaleza sana un corazón roto”.